Natividad de la Ssma. Virgen María,
2014
Queridas hermanas:
En este día de
la vida consagrada, recordemos la invitación del Papa Francisco a alegrarnos. Cuántos motivos tenemos
para hacerlo: la vocación, el amor de predilección, la alegría de llevar la
consolación con la que nosotras somos consoladas por Él, la entrega que nos
lleva a caminar cada día en fidelidad, en la búsqueda de la Verdad, la
fraternidad, el ser miembros vivos de una familia de Santos, la familia de Domingo.
Esta
alegría de sabernos amadas y elegidas, es la que nos mueve cada día al
encuentro con el Señor en el servicio,
en la entrega, en la misión, en el estudio, en la contemplación.
Alegrémonos por este tiempo para
celebrar juntas el Año de la vida
Consagrada[1],
por el encuentro fraterno que tendremos en agosto del próximo año, por
prepararnos juntas para la celebración de los 800 años de nuestra Orden.
Alegrémonos también
por la riqueza que es la vida fraterna en nuestras comunidades. En la carta
“Alégrense” [2],
nuestros hermanos nos recuerdan: “estamos
llamados a llevar la sonrisa de Dios, y la fraternidad es el primer y más
creíble evangelio que podemos narrar”, y con las palabras del Papa, nos
enseñan cómo humanizar nuestras comunidades: «Cuidar la amistad entre vosotras, la vida de familia, el amor entre
vosotras... Cuidar la vida de comunidad, porque cuando la vida de comunidad es
así, de familia, es precisamente el Espíritu Santo quien está en medio de la
comunidad. Estas dos cosas quería deciros: la contemplación siempre, siempre
con Jesús —Jesús, Dios y Hombre—; y la vida de comunidad, siempre con un
corazón grande. Dejando pasar, no vanagloriarse, soportar todo, sonreír desde
del corazón. El signo de ello es la alegría».[3]
Alegrémonos hermanas, por ser hermanas,
porque queremos caminar juntas, porque buscamos conocernos, compartir lo que
somos y tenemos. Alegrémonos y demos gracias a Dios por el don de la vida, y de
la vida consagrada; demos gracias por la presencia de cada congregación que en
nuestro país va dejando las huellas de Domingo; por nuestras hermanas que han
dado su vida en este suelo y han sido signos del Amor y la Misericordia de Dios;
demos gracias también por todas las hermanas que día a día, caminamos con fe
llevando el consuelo, con gestos de compasión y por nuestras Monjas que en sus
monasterios sostienen nuestra misión y predicación; demos gracias por los
frailes y los laicos con quienes compartimos el carisma; demos gracias también
por las vocaciones con que bendice el Señor a nuestra Orden y por la obra que
su Espíritu hace en nosotras.
Hermanas,
cantemos juntas nuestro Magníficat, alabemos, bendigamos, prediquemos lo que
cada día contemplamos y recemos a una
voz:
Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros. Amén. Aleluya.[4]
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros. Amén. Aleluya.[4]
Equipo de animación
FEDAR
Hnas. Cristina,
Lorena y Rosana
[1] Octubre 2014 – noviembre
2015
[2] CONGREGACIÓN PARA LOS
INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA.
«ALEGRAOS...». Palabras del Magisterio del Papa Francisco. 02/02/2014. La ternura nos hace bien.
[3] Francisco, Para una
clausura de gran humanidad, recomendaciones a las clarisas en la basílica de
Santa Clara, [Palabras a las Monjas de clausura, Asís, 4 octubre 2013], en:
L’Osservatore Romano, domingo 6 octubre, CLIII (229), p. 6.
[4] Francisco, Exhortación
apostólica Evangelii gaudium, (24 noviembre 2013), LEV, Ciudad del Vaticano,
2013, n. 288.
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